La temporalidad de la calidad y satisfacción del cliente en el sector asegurador


Al igual que de una forma generalizada podemos clasificar los productos en bienes tangibles e intangibles también se puede generalizar la satisfacciones para el cliente en dos, la objetiva y la percibida.

En el sector asegurador dada su idiosincrasia de ser un proceso de producción invertida, es decir, el subsanar un daño propio o ajeno a consecuencia de un siniestro es posterior al proceso del momento de la contratación, hace que hablemos mayormente de una calidad de producto y satisfacción percibida y nunca objetiva, más aún cuando el proceso final de producción “el llamado siniestro” a veces ni se llega a producir; recordemos que el riesgo precisamente por ser riesgo es incierto, posible, imprevisible y aleatorio. Es evidente que la mayoría de los casos debemos de hablar siempre de una calidad percibida y en consecuencia de una satisfacción percibida.

Por tanto si definimos la calidad como la capacidad que posee un producto en satisfacer las necesidades implícitas o explícitas de una persona, el producto llamado "seguro” tiene una temporalidad claramente definida:

1.       Antes del siniestro

2.       Durante el siniestro

3.       Después del siniestro

Antes del siniestro se hablará siempre de una calidad y satisfacción percibida donde la función del mediador y entidad aseguradora es imprescindible, deberán transmitir ante todo confianza, seriedad, diligencia y profesionalidad, haciendo  percibir al cliente que cuanto surja el problema se la dará la solución.

Durante el siniestro confluyen todas las expectativas creadas con la realidad del servicio. Tanto mediador como entidad aseguradora, deberán evitar los siete pecados capitales del servicio, apatía, desaire, frialdad, aire de superioridad, robotismo, inflexibilidad, evasivas, para dar soluciones eficientes y eficaces.  Ha surgido el problema y se le ha dado solución.

Después del siniestro, es cuanto se podrá percibir de forma objetiva que todas las expectativas creadas han sido cumplidas y en consecuencia la calidad y satisfacción pasa a ser objetiva.  Es aquí al final de todo el proceso cuando en el cliente confluyen, expectativas, experiencias, sentimientos y emociones, que combinados entre sí da lugar a un enfrentamiento entre expectativas de cliente y las experiencias de cliente. Si la suma de experiencias positivas es superior a las expectativas es evidente que hablamos de una satisfacción objetiva total.

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